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El Hamburguer:
todo un icono en Puerta de Tierra

El Nuevo Día
Viernes 28 de octubre de 2022

MARÍA C. MORENO VIUARREAL
 

Don José Caballero Tirado, conocido por todos como Chiqui, vio con el rabillo del ojo cómo una persona preparaba unas

bolas de carne molida que tiraba a cocinar en una parrilla y servía con pan. Corría el 1962 y el barcelonetense estaba de visita en la ciudad de Nueva York. Contempló con asombro el trajín y el entra y sale de clientes del pequeño comercio. Rápidamente se percató, como buen hombre de negocios, que replicar el concepto en Puerto Rico causaría furor. Razón no le faltó. Miles de


Adalberto Colón, gerente del lugar, sostiene una bandeja con 100 bolas de carne molida. Se crean alrededor de 1,300 a 1,800 bolas diarias.

"Para nosotros es muy importante mantener el legado de uhiqui intacto. Por eso los cambios que se hacen son siempre teniendo como base la fórmula original. Buena calidad, ambiente sencillo y empleados comprometidos y responsables. No nos ha ido mal así míe para qué cambiarlo"

ADALBERTO TORRES
GERENTE

 personas seguimos siendo testigos y parte de ese éxito llamado El Hamburguer 59 años después.

El Hamburguer, que hoy día ubica en Puerta de Tierra, comenzó en la Calle Tetuán en el Viejo San Juan en 1963. Félix Rabell, amigo de Chiqui, fue uno de los primeros que escuchó lo que rondaba por la cabeza de su amigo. "Él llegó de ese viaje con esa idea en la mente. Él era así, veía algo que le parecía que podía funcionar y no dudaba en ponerlo en marcha. El local del Viejo San Juan lo construimos nosotros mismos. Todo lo hacíamos nosotros y hasta que tuvimos fuerzas nos ocupábamos de todo el mantenimiento del lugar. Las bolas por muchos años se hicieron a mano y se vendían con refresco y una bolsa de papitas por 75 centavos", confirma Rabell.

Don Félix trabajó mano a mano con Chiqui por 52 años. "El Hamburguer es como una gran familia y es que él procuró que siempre fuera así. Casi todos los hijos y nietos de los empleados originales trabajan o han trabajado en el negocio. Mis hijos y nietos todos han pasado por allí. Él fomentaba esa unión y siempre tenía detalles con sus empleados. Son muchos los que estudiaron o tuvieron casa gracias a Chiqui".

"Aunque murió en el 2013 esa solidaridad sigue aquí. Esa cultura de trabajo, esa lealtad se ha logrado mantener".


EN SAN JUAN

Al día de hoy, la estructura con vista privilegiada al océano ocupa casi una cuadra. Sin embargo, la gerencia siempre protege el aspecto rústico e inconfundible. Las paredes las cubren afiches autografiados por artistas, una pancarta con los empleados más longevos y un cuadro, pintado por un asiduo, con la fachada del negocio y con chango incluido.

Son esa autenticidad y la calidad las que han mantenido el establecimiento como uno de los lugares más populares de la isla. Todos los que lo visitan saben a lo que van y qué esperar: un sabroso y jugoso hamburguer con unas crujientes papitas fritas y un refresco. Con el tiempo han ampliado la oferta: otros quesos, tocineta, aros de cebolla, batata frita, hot dogs y otra diversidad de ingredientes, pero la base es la misma de los pasados 59 años.

"No nos da tiempo a refrigerar la carne. Llega fresca todos los días y se comienzan a hacer las bolas (ahora tienen un molde) y van directo a la parrilla. Se van colocando en bandejas y cada bandeja tiene 100 bolas. Se hacen alrededor de 1,300 a 1,800 bolas diarias, dependiendo si es fin de semana. La calidad de la carne siempre es la misma. Somos muy cuidadosos en ofrecerles a nuestros cuentes lo que están acostumbrados a recibir", señala Adalberto Tito" Arroyo, quien fue reclutado hace 30 años por don Chiqui.

Desde temprano, la parrilla comienza a humear y ya a las 11:00 a.m. la gente espera para entrar. De ahí en adelante es trabajo sin parar hasta la medianoche. Llegan artistas, familias, turistas, jóvenes, mayores, en fin cualquiera que se deje seducir por la humeante parrilla.